De paciente a trabajadora de la salud en Chiapas: La historia de Becky

Rebeca Velasco recorre el largo y ancho de comunidades rurales en la sierra fraylesca de Chiapas tocando puertas y recibiendo sonrisas. Mientras camina, sus pies levantan la tierra seca de los caminos de terracería – va dejando un rastro por donde pasa mientras que el sol ilumina su rostro.

Desde hace poco más de 3 años, Rebeca trabaja en el programa de Acompañantes de Compañeros En Salud. Este programa capacita a mujeres originarias de las comunidades donde trabajamos en temas de enfermedades crónicas como diabetes o hipertensión, con el fin de que realicen visitas domiciliarias a pacientes para prevenir estas enfermedades o dar seguimiento a quienes ya viven con estas condiciones, asegurándose de que sigan con su tratamiento.

Para ella, trabajar en el programa de Acompañantes no fue el primer acercamiento que Becky – como le decimos de cariño – tuvo con Compañeros En Salud. En 2015, cuando ella tenía 20 años, acudió a la clínica de Plan de la Libertad para conseguir un certificado médico que le solicitaban para un campamento de la iglesia a la que pertenece; allí se encontró con el Dr. Rodrigo Bazúa, entonces pasante de medicina. “El Dr. Rodrigo me examinó con el estetoscopio, y después me hacía preguntas como si me cansaba muy rápido, o me costaba trabajo caminar… todo se me hacía muy raro porque yo me sentía perfectamente bien,” comenta.

El Dr. Rodrigo escuchaba y volvía a escuchar el corazón de Becky, le daba ejercicios de respiración y escuchaba sus latidos una vez más. Una mirada de preocupación se presentaba en su rostro, complementada por el silencio durante la consulta. Becky fue citada una semana después para ser revisada por una cardióloga voluntaria.

Fue en esta consulta que recibió una noticia que la dejó paralizada: tenía un soplo cardiaco. “Mi familia y yo no lo podíamos creer, yo siempre me había sentido bien y nunca había tenido ninguna dificultad”, dice Becky, recordando este sentimiento de sorpresa ante su diagnóstico.  “Me mandaron a Tapachula para otra consulta médica, para poder saber qué hacer”.

Para la familia de Becky, realizar un viaje a Tapachula tomaría más de 8 horas tan sólo para llegar, además de que implicaría gastos de hospedaje, alimentación, y transporte, algo que no habían contemplado y que podría suponer una crisis económica para ellos. El programa de Derecho a la Salud les apoyó mediante vales de alimentación, trasladándoles desde Plan de la Libertad hasta Tapachula, y brindando acompañamiento durante las consultas médicas.

El viaje de Becky implicaba un largo traslado, gastos de hospedaje y alimentación, por lo que el programa de Derecho a la Salud la apoyó.

Una vez en el hospital, Becky recibió más noticias que le cayeron como un balde de agua fría – su corazón era del doble de tamaño normal, debido al soplo, por lo que requeriría una cirugía a corazón abierto. “Esto es grave, tu corazón está esforzándose demasiado, y podría detenerse en cualquier momento” les dijo la cardióloga con sentido de urgencia y apresurando a la cirugía.

Una cirugía a corazón abierto supone un gran riesgo para cualquier paciente, pero era mayor el temor a que en cualquier momento el corazón de Becky pudiera detenerse. Finalmente, en febrero de 2016, entró al quirófano con la esperanza de un futuro saludable. Después de varias horas de cirugía, y un año de recuperación, se encontró a salvo y con toda una vida por delante.

Tres años después, Becky se incorporó al programa de Acompañantes de Compañeros En Salud. “Pasar por todo el proceso de la cirugía me hizo más sensible… pude entender mejor a otras personas,” comenta. Ella comenzó realizando visitas domiciliarias a pacientes con enfermedades crónicas para hacer revisiones, resolver dudas y referirlos a la clínica cuando fuera necesario, y en 2020, con la llegada de la pandemia de COVID-19, se incorporó para realizar visitas a pacientes con síntomas respiratorios.

Becky, Luisa e Higinia también trabajaron en sesiones de estimulación temprana con niñas y niños antes de la pandemia de COVID-19.

Además de su experiencia propia, Becky se vio motivada por la historia de su abuelo para convertirse en acompañante, “Él tuvo diabetes durante muchos años, pero siempre estuvo descontrolado y lamentablemente falleció. Pienso que si hubiéramos tenido más información desde antes, podríamos haberlo ayudado y pudo haber mejorado,” dice.

Gracias al apoyo y los cuidados de Becky, muchos y muchas pacientes pudieron recibir información sobre sus enfermedades y llevar una vida saludable. A partir de 2021, se convirtió en Supervisora de Acompañantes, y ahora da acompañamiento y mentoría a otras Acompañantes en distintas comunidades.

“Disfruto mucho los viajes a otras comunidades, conocer a las Acompañantes, a sus pacientes y caminar junto a ellas,” dice Becky, “y cuando ellas tienen logros, a mí también me hacen sentir muy contenta y satisfecha. Me siento muy agradecida de poder seguir aquí, de haber tenido otra oportunidad en la vida y estar aprendiendo junto a las Acompañantes y los pacientes”.