Urgencia en la reforma del servicio social: CES propone un modelo transformador
México fue uno de los países miembros de la OMS (Organización Mundial de la Salud) que en el año 2005 se comprometieron a alcanzar una cobertura sanitaria universal. Según datos oficiales, este objetivo se alcanzó en 2012, en gran parte por la adaptación del Seguro Popular, del que se han beneficiado unas 50 millones de personas que carecían de cualquier tipo de protección. Sin embargo, ninguno de los dos puntos clave de una cobertura universal – servicios sanitarios de calidad y solución ante altos gastos económicos derivados de una enfermedad – están completamente resueltos en el país. Y todavía muchas familias en zonas rurales se enfrentan a una atención primaria deficiente, carente de recursos y suministros médicos y que además agota los pocos pesos ahorrados.
El acceso a una atención primaria de calidad es fundamental como primer paso para un proceso de cuidado constante de la salud, y por lo tanto, para el consecuente desarrollo de una persona en todas las facetas de la vida. Las características sociales, económicas y medioambientales de una comunidad son grandes determinantes en la salud de una persona. Por ello y con más razón, las zonas más empobrecidas, que cuentan con escasez de alimentos o altos niveles de marginalidad deben contar con profesionales de la salud que ofrezcan un servicio adecuado y de calidad. Debemos desdechar esa idea de que las personas que menos tienen pueden conformarse con lo que otros no nos conformaríamos.
En las grandes ciudades o países ricos un paciente nunca aceptaría ser tratado de una enfermedad crónica por alguien inexperto, sin el conocimiento adecuado o con un equipo de disgnóstico obsoleto. Y sin embargo, este es el día a día de muchas familias en Chiapas, Oaxaca o Guerrero.
El 82% del total de las unidades de atención primaria administradas por la Secretaría de Salud en zonas rurales son operadas por pasantes, estudiantes de medicina recién egresados de las universidades del país. De un día para otro se convierten en encargados de la atención sanitaria de una comunidad sin la supervisión que en este caso sería necesaria. Cuentan con suministros médicos muy limitados y ausencia de apoyo profesional y personal. Y así se calcula que atienden a una cantidad de entre 10 y 15 millones de mexicanos. La sustitución del trabajo de un profesional de la medicina por alguien que apenas comienza a hacer su camino es, según el informe general de la OMS de 2008, inaceptable. Un pasante tiene todo el potencial para convertirse en un excelente médico, pero es necesario alguien que le guíe durante su pasantía.
Muchas voces en México piden una reforma efectiva del planteamiento del Servicio Social, el cual apenas ha cambiado en 78 años de vigencia. Compañeros en Salud, una organización de la sociedad civil que lleva dos años trabajando en comunidades rurales en Chiapas, propone un modelo innovador de formación y supervisión constante para el pasante. De esta manera tanto el estudiante como la comunidad se benefician del apoyo de CES.
El equipo de CES presentó el pasado 1 de julio su proyecto: desde su misión y objetivo más directo, a los programas incluidos durante el último año de crecimiento. El director del la organización, el Dr. Hugo Flores, introdujo a los miembros del Rockefeller Center for Latin American Studies a la realidad de la Sierra Madre de Chiapas y a los cambios que allí se están dando. Una de las actuales pasantes, Azucena Espinosa, explicó de manera muy clara el porqué de la urgencia en la reforma del servicio social de para estudiantes de medicina. “La experiencia de mis compañeros de facultad no es comparable con la mía; se sienten frustrados y desesperados cada día. Su servicio a las comunidades donde se encuentran es limitado. Llega un enfermo a la consulta y en muchas ocasiones, lo único que pueden ofrecerle es una aspirina”.
El testimonio de la Dra. Espinosa, así como el de las cinco generaciones de pasantes que han realizado su servicio social en CES denota el éxito del programa. Éste incluye supervisión constante, suministro de medicamentos y materiales y formación continua. Los pasantes acuden a un curso anual durante tres días al mes en los que estudian el porqué de la enfermedad, no únicamente desde el punto de vista clínico, sino también desde sus raíces sociológicas, políticas e incluso históricas. Los estudiantes profundizan de esta manera en una visión mucho más global de la enfermedad. Al terminar su año de pasantía reciben un diplomado en Salud Global y Medicina Social avalado por el Tecnológico de Monterrey. De esta manera, su experiencia de servicio social no es únicamente un trámite más por el que pasar, sino una escuela de aprendizaje y crecimiento profesional.
Sin embargo, este modelo no sólo beneficia al estudiante. Los vecinos de la comunidad y de las zonas más remotas de la Sierra se ven respaldados por un equipo que responde y que les apoya. La Dra. Valeria Macías es la coordinadora del programa de referencias, una propuesta de CES por la cual apoyan a los pacientes más humildes a navegar un sistema sanitario complejo y que en muchas ocasiones apenas entienden. Así, cuando una persona enferma necesita ser trasladada a unidades médicas de segundo o tercer nivel, el equipo de la Dra. Macías se encarga de hacer llegar a la persona, minimizando costos para ella y su familia y ofreciendo la información y guía necesarias para el proceso. Una visita a un especialista es de esta forma posible para las personas más humildes de México – sin caer en deudas que arruinarían a todo una familia.
La propuesta de CES es una de tantas que se han dado, es una organización joven que crece de la experiencia y las ganas de su equipo. Sin embargo, es también un caso excelente para analizar resultados. Es sobre la práctica y el producto de un proyecto sobre el que se pueden tomar las decisiones y aplicar cambios o reformas. Precisamente el trabajo de Compañeros en Salud arroja señales sobre algunas alternativas éxitosas, que sin duda podrían ayudar a minimizar los desfases entre las políticas públicas sobre el papel y la realidad de miles de mexicanos. Empezando, sin demora, por ofrecer un modelo óptimo de pasantía al futuro de la medicina de este país: los estudiantes.
Texto y fotografía por Rocío López Íñigo