En Chiapas, un hombre se recupera de COVID-19 | Recalca la importancia del acceso a las vacunas

Límbano Castro tiene 75 años y tiene un negocio de lavandería desde hace varios años, además de vender cubrebocas y artículos decorativos en la entrada de su casa, junto a sus hijos y nietas.

“Uno antes era libre de poder salir a la calle, caminar y ver a quien quisiera, pero con la llegada de COVID hace 2 años, dejó de ser así” comenta Límbano, con añoranza por la vida previa a la pandemia.

Límbano, como muchas otras personas en Chiapas, se encontró a su comunidad devastada al llegar la pandemia, pues durante los inicios de ésta, el acceso a pruebas diagnósticas era limitado; sin embargo, cuando las vacunas llegaron a Chiapas en marzo de 2021, encontró algo de esperanza.

Ese mismo mes, Límbano tuvo la oportunidad de vacunarse contra el COVID-19, pero nunca logró ponerse una dosis de refuerzo.

Mientras que México sí contaba con vacunas, las dosis de refuerzo – un elemento importantísimo para poder luchar contra la pandemia – llegaron a nuestro país meses después que en los países más ricos, lo que provocaba que Límbano, al igual que millones de otros pacientes alrededor del mundo, estuvieran desprotegidos.

Sin un refuerzo de vacuna, Límbano quedó desprotegido.

En octubre de 2021, Límbano comenzó a tener una tos que pensaba que duraría unos cuantos días, pero el tiempo pasaba y la tos únicamente empeoraba, junto con un malestar general que le causaba cada vez más molestias. Fue entonces cuando sus hijos lo llevaron al Centro de Enfermedades Respiratorias en Jaltenango.

El Centro de Enfermedades Respiratorias (CER) existe desde mediados de 2020 para dar respuesta a la pandemia de COVID-19 en zonas rurales de Chiapas, donde se realizan pruebas de antígeno, se dan consultas a pacientes con síntomas respiratorios y cuenta con 6 camas para pacientes que necesiten ser hospitalizados.

Durante 2021, el equipo del CER realizó 2,282 pruebas de antígeno, atendió a 85 pacientes en hospitalización, e identificó 600 casos de COVID-19 positivo.

Una vez en el CER, a Límbano le hicieron una prueba para confirmar el diagnóstico: COVID-19 positivo, y se le brindaron medicamentos para controlar la fiebre, y disminuir sus malestares. Volvió a su casa, pero su situación no mejoraba.

A pesar de estar en el noveno día de enfermedad, a Límbano se le tornaba más y más difícil respirar, la tos empeoraba, y sus pulmones se debilitaban, sin él darse cuenta. Sus hijos volvieron a llevarlo al CER, donde supo que necesitaba ser hospitalizado inmediatamente “Yo no me quería quedar internado, porque no quería estar lejos de mi familia, y es terrible estar en un hospital” dice Límbano al recordar el momento en el que le dieron la noticia.

El COVID-19 permanece en el cuerpo durante aproximadamente 10 días , después de esto, las personas dejan de tener una carga viral que permita contagiar a otros; sin embargo, las complicaciones y daños pulmonares pueden seguir siendo problemáticas meses después de la infección, especialmente para quienes ya tenían alguna otra enfermedad crónica.

“Tenía miedo de no volver a ver a mis hijos, o a mis nietas” Dice Límbano.

Desde hacía varios años atrás, Límbano sufría de hipertensión y diabetes, pero por falta de acceso a servicios médicos de calidad, estuvo sin tratamiento por mucho tiempo, lo que empeoró sus condiciones, además de marcar un peor pronóstico mientras que el COVID-19 se alojaba en su cuerpo.

En el caso de Límbano, una fibrosis pulmonar – es decir, una condición en la que los pulmones se dañan y se generan cicatrices, dificultando una respiración normal – posterior al COVID-19 fue lo que lo mantuvo en estado de gravedad durante casi un mes.  

A pesar de contar con atención y cuidados constantes, su vida corría peligro. “Yo pensaba que ya no iba a salir vivo de allí” dice, al recordar ese lapso de tres semanas en cama. “Tenía miedo de no volver a ver a mis hijos…o a mis nietas…”.

“Mucho de la recuperación de un paciente se concentra en tres importantes pilares: una buena respuesta del equipo médico, el apoyo por parte de los familiares, y la cooperación y paciencia de la persona enferma” dice el Dr. Carlos Popoca, uno de los médicos del CER que estuvo tratando a Límbano mientras estuvo internado.

Mantener a Límbano bajo cuidados y atención constantes fue la clave para su mejoría. Después de 3 semanas en el Centro de Enfermedades Respiratorias, por fin estaba listo para irse a casa y ver a su familia de nuevo.

Los cuidados no terminaron allí, pues durante el siguiente mes y medio, recibió visitas semanales por parte del Dr. Popoca, con quien realizaba ejercicios de fisioterapia respiratoria para fortalecer sus pulmones después de todas las afecciones sufridas por la infección.

El Dr. Carlos Popoca, quien atendió a Límbano, recalca la importancia del acceso a las vacunas de COVID-19.

El caso de Límbano estuvo lleno de esperanza, sin embargo, esta realidad no ha sido posible para muchas personas. Las barreras de acceso a servicios de salud y vacunas han hecho que un gran sector de población en situación de vulnerabilidad se encuentre desprotegido ante el COVID-19.

Límbano obtuvo su vacuna para COVID-19 en marzo de 2021, pero de haber tenido un refuerzo seis meses después, sus probabilidades de enfermarse hubieran disminuido drásticamente. Mientras que en México los refuerzos de vacunas llegaron en diciembre de 2021, en muchos otros países esta estrategia ya había comenzado meses antes, lo que evitaría muchísimos contagios durante los picos de la pandemia.

Priorizar el acceso a la salud para estas poblaciones, muchas veces olvidadas, es indispensable, y es parte de la lucha diaria que Compañeros En Salud hace. “Las personas que presentan dificultades para acceder a medicamentos o vacunas son las más dañadas por enfermedades como COVID,” dice el Dr. Popoca, “desafortunadamente, ellos son quienes se quedan rezagados con esta enfermedad, mientras que el resto de la población goza del privilegio de vivir protegidos. Similar a como sucedió en su momento con la tuberculosis (TB), es posible que en unos años el COVID pase a ser una enfermedad olvidada, pero que siga afectando a las personas más desprotegidas.”