Círculos de mujeres como espacio seguro en Chiapas

Por Ana Cecilia Ortega


Son las 5 de la mañana y Bernarda Roblero comienza su día moliendo maíz para hacer las tortillas del desayuno de sus tres hijos. Los molinos de maíz eléctricos suenan al unísono evidenciando que las mujeres se levantan primero en Matazano.

Matazano es una comunidad rural en la sierra de Chiapas, rodeada de montañas y árboles. Caminando por sus calles de terracería, se escuchan las voces de los jóvenes sentados en sus motocicletas, escuchando música a todo volumen; están afuera de la casa Ejidal, donde la mayoría de los hombres se reúnen para tomar decisiones comunitarias. En la siguiente esquina de la cuadra, un grupo de hombres platican sentados en la banqueta, mientras que toman cerveza y aguardiente. Unos metros más adelante, el eco del rebote de un balón de básquetbol retumba en la cancha mientras algunos jóvenes ríen a carcajadas.

Algunas adolescentes observan el juego de básquetbol desde las gradas, y hay madres que caminan alrededor de la cancha con sus niñxs. Sin embargo, la mayoría de las mujeres están en casa, haciendo labores del hogar y de cuidado, haciendo que sea difícil convivir con mujeres fuera de la familia. Sin embargo, hay un grupo de mujeres que están cambiando esta dinámica y creando conexiones con otras mujeres en los espacios públicos.

 

En uno de los salones de la escuela primaria, se escuchan las voces de más de quince mujeres que van llegando puntuales al círculo de mujeres. Esta vez tuvieron que improvisar el espacio porque el salón habitual donde hacen estas reuniones estaba ocupado, pero parecen adaptarse rápido; las más jóvenes ayudan a las mayores jalando los pupitres para sentarse en un círculo en el que todas pueden mirar a las demás. En el centro está Bernarda, quien trabaja como Cuidadora de Salud Mental en Compañeros En Salud facilitando este tipo de grupos.

 

Las Cuidadoras de Salud Mental trabajan en Compañeros En Salud desde 2019, realizando intervenciones de salud mental en sus comunidades. Ellas acompañan a pacientes que cursan por depresión o ansiedad, además de trabajar en prevenirlas.

En el último año, se han integrado los círculos de mujeres a sus actividades, especialmente porque las mujeres en Chiapas se ven afectadas de manera desproporcionada por algunas condiciones de salud mental, debido a la pobreza e inequidad y violencia de género.

 

En Compañeros En Salud, se realizó el primer círculo de mujeres en 2022, con el fin de brindar un espacio seguro para las mujeres y crear conexiones entre ellas. Estos círculos son facilitados por las Cuidadoras de Salud Mental cada dos semanas, y todas las mujeres de la comunidad están invitadas a participar. Los círculos son un espacio para que las mujeres se puedan reunir en las comunidades, compartir emociones y conocimientos, y donde su opinión es valorada.

La actividad de hoy en Matazano es bordar juntas. Todas empiezan a repartir los materiales: estambre de colores, mantas de tela, y aros de madera. Bernarda empieza la sesión con una ronda de aplausos y agradecimientos, y después les recuerda de la importancia de respetar la confidencialidad en el grupo; esto permite que no sólo sea un grupo para bordar, sino también un espacio seguro.

 

Concentradas en su bordado, las mujeres empiezan a platicar de cómo han estado. Comparten técnicas de bordado y Bernarda hace preguntas para generar conversación: ¿cuál es el regalo más bonito que les han dado? Unas recuerdan algo que les dio una persona que querían y falleció, mientras otras recuerdan otro tipo de pérdidas: las que hay cuando un familiar tiene que irse a trabajar a Estados Unidos. Hay aquellas que comparten el recuerdo de un regalo que las transporta a un momento en el que se sintieron amadas por sus esposos o hijxs. Algunas sonríen con nostalgia al recordar, mientras otras dejan que el grupo las sostenga y dejan las lágrimas correr.

 Después de compartir sus historias personales, Bernarda sirve vasitos de arroz con leche para las participantes, y mientras todas comen y conviven, se crea un espacio para empezar a conectar cada historia. Les pregunta: “¿qué cosas de las que platicamos hoy les hicieron reflexionar o conectar con su propia historia?” Esta pregunta genera que las mujeres muestren admiración por quienes salieron adelante a pesar de las adversidades y que aprendan de qué les ayudó. También es un momento en el que muchas se sorprenden por las experiencias vividas que comparten con otras, cosa que sin el círculo no hubieran sabido. “Nos vemos en la calle, pero no sabemos qué está pasando en la vida de las demás”, dice una participante. Otra añade, “ahora sé que no soy la única que está pasando por esto”.

 

Pero, sobre todo, es un momento en el que las mujeres muestran apoyo a las demás, algunas a través de palabras de ánimo y otras escuchando atentamente a sus historias. “Para mí el círculo de mujeres significa amistad, unidad, y confianza” comenta una de las participantes de Matazano, al concluir estas actividades. Los círculos de mujeres se han convertido en un espacio donde se unen las voces de mujeres para demostrarnos que la voz de las mujeres es fuerte e importa.